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El experimento de la cárcel de Standford


Antes de empezar me gustaría que os planteaseis, ¿Qué pasaría si un día eres prisionero en una cárcel? O mejor aún ¿y si fueras el carcelero y tuvieras que vigilar y cuidar a los presos? ¿Cómo te sentirías?

Pues bien, de lo que vamos hablar es precisamente de un experimento que planteaba la idea de ver a personas inocentes entre rejas.


En 1971, Philip Zimbardo, profesor de psicología de la Universidad de Stanford, diseñó el Experimento de la Cárcel de Stanford. Cuatro décadas después, se sigue hablando de él como uno de los más controvertidos que se han realizado nunca.

Philip Zimbardo, quien deseaba delimitar la frontera entre el bien y el mal. Quería saber hasta dónde puede llegar la moral humana cuando al individuo se le dota de poder frente a otros más vulnerables. La pregunta que Zimbardo quería responder era: ¿Una persona “buena” podría cambiar su forma de ser según el entorno en el que esté?


Para conseguir a los sujetos se publicaron anuncios en los periódicos ofreciendo 15 dólares diarios por la participación. Este dinero procedía del Gobierno de los Estados Unidos, que deseaba conocer cuál era la razón de los conflictos que ocurrían diariamente en sus cárceles.

La población seleccionada eran hombres blancos, universitarios y de clase media. A los que se dividió aleatoriamente en dos grupos, 12 prisioneros y 12 guardias de prisión. Después de dividirlos los participantes regresaron a sus casas y aquí comenzó todo.


Presos


Para que la situación fuera más real, los «prisioneros» fueron arrestados en sus casas sin previo aviso, por policías reales del departamento de Palo Alto, pasando por un procedimiento completo de detección, incluyendo la toma de huellas y la fotografía para ser fichados.

Se les cacheó y encerró en el sótano de la universidad, que se había adecuado con celdas y ventanas con barrotes, para que pareciera una cárcel de verdad. Además, se les desnudó, despiojó y se les dio sábanas y uniformes de preso. Estos consistían en una bata larga con un número, sin ropa interior, unas sandalias de goma con tacón, para obligarlos a adoptar posturas corporales no familiares y contribuir así a su incomodidad, y una media de nylon en la cabeza para simular que estaban rapados.


Guardias


Por otro lado, a los guardias, se les vistió con uniformes de inspiración militar reales que incluían silbatos y porras, así como gafas de sol de espejo para evitar el contacto visual con los internos. A diferencia de los presos, los guardias trabajarían en turnos y podrían volver a su casa durante sus horas libres, aunque durante el experimento muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga adicional.



RESULTADOS


Tras un primer día sin nada que destacar, el segundo los presos organizaron un motín. Los guardias se ofrecieron voluntarios para hacer horas extra y disolver la revuelta, atacando a los prisioneros con golpes no permitidos en un principio y separando a los presos en buenos y malos enfrentándolos entre sí y haciéndoles creer que había informantes entre ellos. Esto fue muy efectivo, pues no se volvieron a producir rebeliones a gran escala.


Conforme avanzaba el experimento, los grupos cada vez actuaban más acorde con su rol:

  • Los guardias, cada vez más sádicos y déspotas, por ejemplo: llegaban a hostigar a los prisioneros, quitarles sus ropas y mantas para que se quedaran desnudos en sus celdas de hormigón y no les permitían ir al baño a no ser que los limpiaran con sus propias manos. Los recuentos que se habían preparado para que los presos se familiarizaran con su nombre, pasaron a ser experiencias traumáticas donde los presos eran atormentados y se les imponían castigos físicos.

  • Los prisioneros comenzaron a mostrar desordenes emocionales agudos. Uno de ellos desarrolló un sarpullido psicosomático por todo el cuerpo al enterarse que su libertad condicional había sido rechazada. Los llantos y el pensamiento desorganizado se volvieron comunes. Dos de ellos sufrieron traumas tan severos que se les retiro del experimento y fueron reemplazados.


El experimento terminó antes de lo planeado, por dos razones:

  • En primer lugar, por las cintas de video que habían descubierto. Los guardias habían intensificado las vejaciones a los reclusos durante la noche, cuando pensaban que los investigadores no miraban y que el experimento estaba parado. El aburrimiento los había llevado a un abuso más pornográfico y denigrante de los reclusos.

  • En segundo lugar, Christina Maslach, una doctora de Stanford, traída para entrevistar a los guardias y reclusos, protestó cuando vio que a los reclusos se les hacía marchar en fila, hacia el lavabo, con la cabeza dentro una bolsa, las piernas encadenadas y las manos uno, sobre los hombros de los otros. De las 50 personas o más que habían visitado la cárcel, ella fue la única que cuestionó su moralidad. No obstante, una vez se opuso a la situación, se hizo patente, que se debía acabar con el estudio.


En consecuencia, después de 6 días, la simulación prevista para dos semanas, fue cancelada. Cuando terminó el experimento, las identidades de los presos se habían limitado a ser únicamente su número de interno y los guardias no estaban de acuerdo con que se tuviera que terminar.

Los resultados se usaron para explicar desde las revueltas que sucedían en las cárceles, hasta los actos brutales realizados por los militares estadounidenses en la Bahía de Guantánamo y los prisioneros en Irak y Afganistán.



CONCLUSIONES


El resultado de este experimento demuestra la impresionabilidad y la obediencia de la gente cuando se le proporciona una ideología legitimadora y el apoyo institucional. También ha sido utilizado para explicar la teoría de la disonancia cognitiva y el poder de la autoridad.

En cuanto a los participantes, ninguno pareció salir perjudicado del experimento. Después de que terminara, los prisioneros y los guardias volvieron a su día a día.

Como dato curioso me gustaría indicar que el guardia, valorado como el más sádico tiene ahora su propia empresa y que uno de los prisioneros se convirtió en psicólogo forense.



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